Luego de la muerte del padre Martin Vega, párroco de la iglesia Cristo Rey del ejido Santa Adelaida en Matamoros, los habitantes del lugar exigen a más autoridades municipales y ejidales que regrese la seguridad.
Los comerciantes del sitio manifestaron que el ataque al padre Marin fue un suceso inesperado y fuera de lo común, ya que el sacerdote era una persona que convivía abiertamente con la comunidad y con los jóvenes que estaban recluidos en el penal.
Aseguran que el ejido está abandonado desde hace mucho tiempo por las autoridades de seguridad, pues los rondines por parte de la Policía cesaron hace ya varios años.
Los vecinos aseguran que tendrán que cuidarse mutuamente y buscar la forma de reportar a sus conocidos la presencia de personas extrañas que posiblemente pretendan hacer desmanes o atacar a la gente del ejido.
Manifestaron que ya han tenido la intromisión de algunos ladrones que allanan las moradas para asaltar a sus habitantes, pero estos hechos también son aislados.